lunes, 5 de marzo de 2012

Los días inútiles

Así los llamaban antiguamente los mexicanos: los días inútiles o nemontemi, ya que nada de importancia se hacía en ellos, nada se emprendía ni se esperaba, el tiempo era como agua turbia que sólo debía ser desperdiciada. Todo era en vano durante los nemontemi, todo era aciago. Si algún desdichado nacía en esos días lo llamaban Hombre inútil o El Salido en vano. Lo mismo si era mujer. Estaban malditos por haber nacido en esos días carentes de la esencia divina, en los que no hay destinos que leer porque hasta los dioses abandonan la tierra.

Una vez que finalizaba el mes de Izcalli (a finales del febrero gregoriano, según algunos), la gente comenzaba a preocuparse: en lontananza se avizoraban ya los nemontemi. Eran como vacaciones forzadas, de mal presagio, sin jolgorios ni descansos tranquilos, sin reposo benéfico. En los palacios no se gobernaba, no se oían las cotidianas voces en las calles, ni se veía a nadie arando la tierra u ofreciendo mercaderías en el tianquiztli; en la laguna los peces discurrían sin sobresaltos: no había gente en las canoas buscando su sustento.

Y si algún pobre diablo se tropezaba o reñía o se quebraba una pierna en uno de esos días, era tenido como muy mal presagio para su futuro. Y si, peor aún, alguno se veía invadido por una súbita enfermedad, era tenido como un desahuciado, como un desamparado que sin duda habría de perecer de la peor forma posible: abandonado por los dioses, ya que en los nemontemi nadie podía ejercer las artes medicinales ni curar a la gente, ni siquiera echar la suerte; eran días vacíos, estériles.

El tiempo siguió su curso y arribaron los hispanos, no sólo con su avidez de oro y la muerte refulgiendo en sus espadas, sino también con su propio calendario. Y de los nemontemi ya no se supo más. Sin embargo, no creo que hayan desaparecido así de fácil, como si tal cosa. Estoy convencido de que se dispersaron entre los días de los nuevos meses que se impusieron y que, incluso, han adquirido la capacidad de cambiar su ubicación con cada año que transcurre. Nos acechan enmascarados entre todos los demás días. Sólo es cosa de dar un paso en falso o tomar una mala decisión… y entonces tendremos el sabor de un día inútil en nuestras manos.

Imagen: Eclipse de sol. Códice Telleriano Remensis.

Publicado originalmente en La Hoja de Arena

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