miércoles, 14 de septiembre de 2011

Tu silencio al vacío


Arrojaría tu rostro al vacío
de los momentos ya pasados
si con ello pesaran menos
los años invertidos en llamarte,
si los insomnios,
llenos de engaños deslumbrantes,
fueran rasgados como el viento hace con las humaredas.
Todo lo abandonaría en un desierto vulgar
si las intuiciones mostraran su aspecto
de aves mentirosas y sombrías
y dejaran de aturdirme con sus graznidos
llenos de promesas incumplidas.
Arrojaría también todo el silencio
que me has obsequiado a manos llenas,
y así cubriría con olvido
la tenaz impronta que mis pasos
han dejado en la escritura de los días.
Lo arrojaría todo al fuego que purifica
y aprendería de nuevo a caminar
por sendas que nada sepan de tu cartografía.
Y cuando no quedaran más que pavesas revoloteantes,
todo lo pisotearía con ojos temblorosos
y puños desencajados,
con dientes cansados de apretar,
lo escupiría, lo destrozaría todo, te digo,
porque ése sería el momento
de hacerme finalmente a la mar.

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